1.- El cliente-tipo del consultor en una gran mayoría de casos cabe encuadrarlo en alguno de estos tres tipos de especimenes:
El "cliente-dinosaurio", tipejo apalancado en cualquier departamento anquilosado de administración que tiene un sueldazo y que viene a ser totalmente incompetente, impertinente, soplagaitas y sabelotodo, y cuya única función en todo el proyecto es la de cuestionar reiteradamente y sin criterio todas las decisiones tomadas por el consultor.
El "cliente-pasapalabra", que se desentiende del proyecto desde el inicio porque "todo el tema este no va con él" y que " él esto no lo lleva" y que "para lo demás ya está el consultor que por eso se le paga", y que como mucho acaba soltando al becario de turno para que haga el trabajo sucio.
El "cliente-tiburón ó master commander", típico trepilla recién ascendido con MBA's y titulillos varios de colorines de no se sabe qué colgando en su oficina y con ganas de zamparse a todo aquel que se le cruce por medio y que no para de dar el coñazo pidiendo informes de todo para vete a saber qué.
2.- El cliente siempre tiene algún amigo, primo, cuñado,..., que hace el mismo trabajo del consultor a mitad de precio.
3.- El cliente siempre tiene algún amigo, primo, cuñado,..., que tiene una pregunta muy fácil para el consultor. Todo gratis por supuesto.
4.- Puesto que el cliente paga al consultor, éste último traga con cualquier tipo de error que, por acción u omisión, que pudiera cometer el primero. Una derivación de este principio, es que el consultor, a igual precio y con sonrisa de oreja a oreja, debe de estar en disposición de ejecutar, deshacer y rehacer cualquier faena adicional no presupuestada inicialmente que le mande ejecutar el cliente, con independencia que la misma sea o no sea de su competencia profesional o tuviera alguna utilidad. Ese es problema del consultor, el cliente le paga para que sepa y haga de todo: tanto de como bajarse pelis del Emule, de porqué se le cuelga el Windows o no se le actualiza el GPS o de como recurrir al Tribunal de Estrasburgo. Y si no lo sabe, que lo busque en el Google o que lo pregunte a su informático o abogado que para eso le paga.
5.- Si el consultor obtiene el éxito en el encargo del cliente, éste se apuntará todos los méritos frente a sus superiores, pasando a ser el consultor un mero intermediario sin ningún tipo de incidencia en el desenlace final. De fracasar el proyecto, el consultor perderá la cuenta del cliente, su trabajo y su cónyuge lo repudiará, aunque hubiera advertido del fatal desenlace al cliente, superiores y familia. Para mayor abundamiento, el consultor deberá hacerse con los servicios de un abogado todoterreno para que lo defienda en la reclamación judicial por daños y perjuicios que le caerá del cliente, le lleve su despido y tramite su divorcio.
6.- Si el cliente no alcanza a comprender las explicaciones dadas por el consultor, éste debe de disculparse repetidamente por su escasa capacidad didáctica, y para hacerlas más comprensibles hará uso de cuantos informes por escrito y tediosas presentaciones en Powerpoint sean precisas. Posteriormente, el consultor deberá abstenerse de denunciar al cliente por plagio cuando éste para su lucimiento personal frente a sus superiores se adjudique burdamente la autoría de estos mismos informes y los vaya repartiendo a diestro y siniestro vacilando de lo listo que es. Una ascenso vale eso y más.
7.- Para el cliente resulta aberrante que el consultor pueda estar trabajando en otros proyectos. No hay más proyectos que el suyo y por ello se requiere al consultor que se estruje sus neuronas "full time" para él. A cambio el consultor debe de estarle eternamente agradecido por procurarle en exclusiva el sustento diario y necesario para él y su familia.
8.- Para el cliente, cuantas más horas de desempeño personal del consultor se acumulen en un proyecto, mejor será el resultado final. Para la consecución de tal fin, el consultor atenderá tantas llamadas al móvil a horas intempestivas o acudir a tantas reuniones con el cliente como a éste le plazca. Una derivación de este principio es que el consultor también será evaluado por sus superiores en función del número de horas de trabajo semanal. La eficiencia en el trabajo es indecente, como lo es el ocio que se convierte en un factor peligroso que perjudica la salud laboral y que trastornan los hábitos de consumo laboral. La felicidad es el trabajo
9.- Pegar un pelotazo es algo que tiene prohibido el consultor. Su máxima aspiración debe ser un salario decente obtenido mediante maratonianas jornadas de trabajo con fines de semana incluidos. Nunca jamás un consultor deberá convertirse en empresario de éxito con pasta gansa. Y los que lleguen a ello es que no eran auténticos consultores.
10.- La familia de todo consultor permanecerá unida por sus bonus de final de año.
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